Un estudio realizado por el sector de Economías Regionales de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) reveló que el 38,3% del precio promedio del kilo de naranja corresponde a impuestos. Dentro de este porcentaje, el 83,7% de la carga tributaria es nacional, mientras que el 16,3% es de índole provincial y/o municipal.

El Estado se queda con el 40% del precio de la naranja, y solo el 20% es del productor

En realidad, este relevamiento de costos lo que hizo fue actualizar un trabajo realizado hace un par de años atrás por la Federación del Citrus de Entre Ríos (Fecier), que había incluido en esa tarea a organismos públicos como el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el Ministerio de la Producción de la Nación, entre otras áreas.

El dirigente de la Fecier, Fernando Borgo, apuntó que el estudio abarca no solo a la naranja, sino que es extensivo a la mandarina –otra fruta de producción típica entrerriana– y se basa en la comercialización interna, ya que los otros dos destinos de la producción del citrus son la exportación –aún con mayores impuestos por las retenciones–, o con destino a la industria, donde se reduce levemente el impacto fiscal al ser más corta la cadena de producción.

El estudio de CAME marca un valor del kilo de naranja de 64,30 pesos –en Paraná se consigue actualmente a un precio promedio de 60 pesos–: al productor le queda el 22% (14,1 pesos), el empacador el 8,9% (5,6 pesos), el puesto en el Mercado Central el 14,1% (9,1 pesos) y la verdulería y/o el supermercado el 16,7% (10,8 pesos).

El Estado se queda con el 40% del precio de la naranja, y solo el 20% es del productor

En tanto que la presión tributaria del Estado, en sus tres niveles, asciende a 38,3% (24,7 pesos).

Los impuestos son varios, graficó el dirigente de Fecier, y abarca desde IVA, Ingresos Brutos, impuestos en la cadena, impuesto al cheque, a los combustibles, inmobiliarios, en servicios públicos, entre otros.

El incremento este año del valor de las frutas, durante los primeros 10 meses, llevó a una inflación acumulada del 44,5%. Así, tanto la naranja como otros cítricos dulces han tenido un reacomodamiento de precios por el significativo atraso en los precios de origen; situación que conllevó una rentabilidad negativa para el productor citrícola en años anteriores.

“Este año hubo una mejora en el precio, porque hubo menos fruta que otros años, y una mayor demanda interna”, indicó Borgo.

La recaudación tributaria por la actividad resulta millonaria, si se hacen las cuentas sobre la magnitud de la producción entrerriana: por cada hectárea, se obtienen unas 20 toneladas de naranjas, y 15 o 18 toneladas de mandarinas.

La producción de naranjas, que ha ido retrocediendo en los últimos años, abarca unas 37.000 hectáreas.

La carga fiscal no solo pone en jaque a los citricultores, sino que genera una considerable pérdida de rentabilidad en todos los complejos productivos del interior de nuestro país, plantea CAME en el informe. La presión tributaria que tiene el productor agroindustrial argentino es una de las más altas a nivel mundial, se plantea.

El estudio analizó la cadena de valor de la naranja fresca desde el productor, ubicado un caso en la zona de Chajarí, hasta la comercialización del cítrico dulce en verdulerías y/o supermercados.

Se identificaron como etapas de la cadena, la producción y empaque, que incluyen la plantación, fertilización, cura, poda, raleo y desbrote, cosecha, traslado y clasificación). Le sigue la intermediación (traslado desde el galpón de empaque, descarga a mercados concentradores) y finalmente la comercialización a cada punto de venta.

Fuente: Diario UNO.