El informe indica que un 34,1% corresponde a la categoría de “pobres no indigentes” y un 10,1% está en la indigencia. La pobreza viene aumentando desde 2017.
El índice de pobreza subió al 44,2% de acuerdo a la medición realizada por el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) durante el período de julio a octubre.
De ese total, un 34,1% se ubicó en la categoría de “pobres no indigentes”, mientras que un 10,1% están en la indigencia, es decir, quienes no pueden cubrir la canasta básica alimentaria .
La mayor cantidad de pobres, que ya rondarían los 20,3 millones de personas, se disparó en medio de la pandemia de coronavirus, que impactó fuertemente sobre la actividad económica.
Así, tanto la pobreza como la indigencia alcanzaron los niveles más altos al menos desde 2010, cando comenzó la serie publicada por el Observatorio. Ambos indicadores se vienen incrementando de forma sostenida desde 2017.
La UCA difundió el “Informe de Avance: Deudas Sociales en la Argentina 2010-2020. Crisis del empleo, pobrezas y desigualdades estructurales en el contexto COVID-19”, el cual mostró subas en tasas de pobreza, indigencia y de desempleo.
En 2019, el mismo estudio de la UCA había arrojado que un 40,8% de los argentinos se ubicaban bajo la línea de la pobreza. Medidos por hogares, los afectados por la pobreza subieron del 32,1% al 34,9%.
El dato de pobreza también se agrandó, explicó la UCA, porque se amplió la consulta a 30 partidos del Área Metropolitana del Gran Buenos Aires, seis más que los consultados por el organismo oficial de estadística.
“Bajo el escenario de crisis Covid-19, las capacidades monetarias de los hogares experimentaron un deterioro abrupto y pronunciado, con efecto regresivo sobre la pobreza y la indigencia”, señaló el informe de la UCA.
“El nuevo escenario paralizó aún más la inversión, los consumos y la demanda de empleo en la economía formal, a la vez que frenó toda expectativa de reactivación, afectando especialmente a la pequeña y mediana empresa, profundizando la relación entre informalidad económica, pobreza y exclusión social”, agregó la casa de Altos Estudios.
Ayuda estatal
Al respecto, el director del Observatorio Social de la UCA, Agustín Salvia, dijo que “sin la AUH, el IFE, la Tarjeta Alimentar y el resto de los subsidios, la indigencia hubiera sido el doble y la pobreza hubiese trepado al 53%”. Además remarcó que estos guarismos son “parte de un proceso que lleva diez años de estancamiento, con tres años de caída”, entre 2018 y 2020.
“Es necesario un crecimiento económico y un pacto económico-social para crear empleo porque sino no hay posibilidad de salir de la pobreza”, completó Salvia.
El informe de la UCA destaca que “las políticas sociales estuvieron presentes en el contexto de crisis Covid-19, no sólo a través de las políticas de transferencias de ingresos, programas de empleo y ayudas alimentarias ya existentes, sino también a través de mecanismos compensatorios implementados en el marco de la pandemia, como ha sido el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), bonos extraordinarios a AUH y Tarjeta Alimentar, así como mediante los refuerzos extra realizados en la entrega de viandas y bolsones de alimentos o el retiro de los mismos de comedores comunitarios. Así, precisa, 47,4% de hogares y alrededor de 55,5% de personas recibió alguna de estas asistencias sociales en 2020, porcentajes que reflejan un crecimiento significativo entre 2019 y 2020.
Entre 2019 y 2020, 10,3% y 13,7% de las personas cayeron en situación de indigencia y pobreza, respectivamente; y, las ayudas sociales brindaron “un piso mínimo de ingresos” pero fueron “insuficientes” y “no llegaron a todos los que sufrieron pérdidas de ingresos”, alertó el informe.
Según la UCA, en los dos últimos años se registró un deterioro tanto en relación a la carencia monetaria como a las privaciones no monetarias, con un incremento de la pobreza por ingresos como de los niveles de pobreza “multidimensional”: de 37,5% a 41% de la población.
Para la UCA, los nuevos pobres provienen principalmente de un grupo de hogares que, si bien en 2019 no eran pobres por ingresos, presentaban condiciones de vulnerabilidad que se manifestaban en privación en al menos una dimensión no monetaria.
Pobreza estructural
Otro aspecto que destacó el trabajo es el “fuerte incremento de la pobreza estructural”, por el incremento en las carencias experimentadas en los hogares, con un aumento de la pobreza multidimensional estructural de 21,4% a 27,3% a nivel de la población.
“Si bien hubo mejoras durante la década, la desigualdad estructural ha aumentado, con mayores déficit y brechas en materia de inseguridad alimentaria, mala calidad del hábitat y déficit en el acceso a agua, energía, servicios de saneamiento y a una vivienda digna”, precisó la UCA.
Por regiones, el informe sostiene que en el Conurbano bonaerense “la pobreza crece casi ininterrumpidamente desde 2013-2014 y evidencia un nuevo salto en la pandemia”.
En términos etarios, al cierre del tercer trimestre de 2020, el 64,1% de los niños/as y adolescentes viven en hogares con ingresos por debajo de la línea de pobreza; al tiempo que el 16% reside en hogares con ingresos que se encuentran por debajo de la frontera de la indigencia.