Hace unos 4 años atrás, tres mujeres acosadas por el intendente de Villa Urquiza, Alberto Gastiazoro, tuvieron una reunión en el ámbito laboral donde plantearon el problema. “El clima que se vivía era de angustia y malestar pero ninguna se animó a denunciarlo”, cuenta una persona que participó de la instancia. “No querían tener problemas. Esta es una sociedad muy machista, atravesada por el patriarcado y las mujeres piensan que son culpables si viven situaciones de violencia. Tienen miedo que todo el mundo las juzgue”.
El ambiente en las oficinas del edificio municipal era tenso. Gastiazoro llegó al punto de invitar directamente a las mujeres para tener relaciones sexuales, sin rodeo. “Todo el mundo sabía que había cosas que no estaban bien, que algo ocurría. En una oportunidad pusimos en conocimiento a la hija del intendente que en ese momento era la secretaria de Gobierno”, se precisó. Se trata de Irene Susana Gastiazoro, que en primer lugar negó las acusaciones contra su padre pero posteriormente sugirió una solución: colocar un hombre en la oficina donde estaban las mujeres que denunciaban violencia.
“Cuando la pusimos en conocimiento, la hija del intendente se mostró muy sorprendida, no se imaginaba algo así. Nos empezó a pedir los nombres de las mujeres que lo denunciaban. Alguien terminó por darle las identidades. Aunque le exigimos que cese la violencia”.
“Él hacía invitaciones fuera de lugar, o las quería llevar en su vehículo a lugares inapropiados. En su momento, casi todas dijeron que pudieron ir poniéndole límite. Pero hubo una mujer en especial a quien no dejó de molestar”.
Las oficinas de la Municipalidad de Villa Urquiza están ocupadas en gran mayoría por mujeres. Sólo en áreas como Catastro o Rentas hay varones. Las situaciones llamativas que recuerda el personal son múltiples. En primera persona, una de las empleadas narra: “Hace muchos años atrás, al poco tiempo de comenzar su gestión el intendente (Gastiazoro está terminando su tercer mandato en Villa Urquiza), se ofreció a trasladarme a un lugar. Como nunca había sufrido ningún tipo de acoso y no tenía por qué desconfiar, accedí a que me traslade. En un determinado momento empecé a darme cuenta que íbamos por un lugar que no correspondía. Era un descampado, una cantera de broza. Empecé a sentirme muy incómoda y de momento le pregunté para qué me había trasladado hasta ahí. Él me respondió que tenía que ver la cantera de broza. Entonces le dije que yo estaba en horario de trabajo y le pedí por favor que me lleve al lugar donde tenía que ir. Lejos de hacerlo, me preguntó si mi marido sabía dónde estaba en ese momento. Me asusté mucho. Tenía el teléfono en la falda y no tenía señal. Pero me sobrepuse. Le contesté que mi marido sabía dónde estaba porque yo le había dicho. Volví a pedirle que me lleve y arrancó la camioneta. Me pegué a la puerta del acompañante por si tenía que tirarme en algún momento. No habló en todo el regreso”.
Después de esa situación, cada vez que iba a trabajar la mujer cerraba con llave la puerta de su oficina. “Golpeaban mi puerta y las primeras dos semanas siguientes siempre espiaba para ver quién era antes de abrir. En algunas oportunidades, él quiso volver a llevarme a lugares pero desde ese momento me negué”.
Hay un espacio clave en todo el edificio municipal: la oficina de las secretarias. Es un lugar donde coinciden dos o tres mujeres, y está inmediatamente después del despacho de la Intendencia. En ese compartimento la situación se quebró definitivamente a fines de agosto, cuando la denunciante decidió tomar licencia porque no soportaba más.
“En ese mismo momento le dijimos que íbamos a acompañarla y que tenía que denunciar. Pero ella aún no estaba preparada”, recalcó una compañera de trabajo.
Unos días después, mientras la denunciante estaba en un lugar público y concurrido por muchas personas, Gastiazoro se aceró a ella. Una compañera observaba de lejos la situación. Cuando el intendente advirtió la presencia de esa segunda mujer, salió rápidamente del lugar. “El acoso era permanente”, se acotó.
Posteriormente, Gastiazoro se ocupó de hablar mal de la mujer que había tomado licencia. “Empezó a hablar de su vida privada. Incluso lo intentó conmigo pero no se lo permití”.
Causa
Este jueves hubo una audiencia en los tribunales locales. Los abogados querellantes pidieron la prisión preventiva del intendente pero no lo consiguieron. Gastiazoro había tomado licencia apenas comenzó la causa, pero volvió a su puesto esta semana.
Actualmente debe cumplir una restricción perimetral. No puede acercarse a la denunciante y su familia. Sin embargo, como decidió volver a su puesto laboral, rompe el límite de 200 metros que debe respetar.
A principios de noviembre se hizo un allanamiento. Se secuestró un colchón que será sometido a pericias. Obran unos seis testimonios y la semana que viene deberá concurrir otro puñado de testigos.
Fuente: Análisis Digital.