Los cuatro mejores jugadores de Argentina comparten estos días en un predio con las facilidades para no parar con los entrenamientos.

Una quinta cerca de Rosario. Un gimnasio improvisado y una cancha con las medidas reglamentarias, pero con piso de pasto en lugar de arena. Cuatro jugadores de beach volley -los mejores de nuestro país en la actualidad- y una cuarentena compartida para no bajar el ritmo de entrenamiento en tiempos de coronavirus​.

Mientras por la pandemia de COVID-19​, la inmensa mayoría de los atletas argentinos deben ingeniárselas para trabajar y mantenerse activos en sus casas, rodeados de su familia; Nicolás Capogrosso, Julián Azaad, Leandro Aveiro y Bautista Amieva cumplen con la cuarentena obligatoria todos juntos en Funes, tras haber regresado al país hace dos semanas luego de competir en Perú entre el 13 y 15 de marzo.

La idea empezó como una broma, cuando viajaron a Lima para disputar la segunda etapa del circuito sudamericano de beach volley. Pero a medida que la preocupación por el COVID-19 iba creciendo, empezaron a analizar la posibilidad de llevarla a cabo. Entonces, mientras ellos jugaban en la capital peruana de la que se trajeron buenos resultados -Capogrosso-Azaad, el equipo 1 de Argentina, fue subcampeón, y los mendocinos Aveiro-Amieva, que son el seleccionado 2, cuartos-, el cuerpo técnico del seleccionado, que hace base en Rosario, se movió para preparar la quinta, que prestó la familia de Nicolás.

“Esto surgió casi como un chiste. Cuando viajamos a Perú, dijimos ‘Bueno, de última a la vuelta hacemos la cuarentena todos juntos y entrenamos’. Fue medio entre risas. Pero cuando empezamos a ver que teníamos que hacer la cuarentena sí o sí, nos pareció que la mejor manera era cumplirla juntos en una quinta y entrenando. Porque en ese momento todavía estaba pautado jugar el 22 de junio el Preolímpico (hoy postergado) y no podíamos detener el entrenamiento porque podía ser muy malo para nosotros”, cuenta Azaad, que junto a Capogrosso ganó el año pasado el bronce en los Juegos Panamericanos de Lima.

Su compañero completa la idea: “Nos fuimos con mucha incertidumbre, sin saber si íbamos a poder regresar. No fue fácil competir allá, pero hicimos un buen torneo. Cuando volvimos a Argentina el lunes 16, nos encerramos en la quinta. Creo que somos afortunados de tener estas condiciones de entrenamiento. Hay que felicitar a nuestro cuerpo técnico que hizo un esfuerzo muy grande para que podamos estar acá. Y también agradecerle a mi familia, que puso este lugar a disposición. Mis viejos podrían estar acá, en un lugar abierto con mucho verde, pero están encerrados en mi casa. Lo valoro mucho”, explica Capogrosso.

Hasta el garage de la quinta se trasladó un “gimnasio móvil” con el que los jugadores se entrenan habitualmente en la playa de Rosario. Y se acondicionó una cancha de vóleibol para que hasta pudieran hacer las prácticas habituales con la pelota. Como son dos equipos, tienen incluso la posibilidad de armar algún partido de entrenamiento, que hasta se animaron a transmitir en vivo por Instagram para entretener a la gente que los sigue. Un lujo que los jugadores de otros deportes de conjunto no se pueden dar.

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“Nuestras jornadas no cambiaron mucho porque el cuerpo técnico se encargó de adaptarnos la casa para que sigamos nuestro ritmo de entrenamiento. Tenemos el gimnasio con todos los materiales que necesitamos para entrenarnos y la cancha, que aunque no es de la misma superficie en la que jugamos, es parecida”, comenta Aveiro, ganador de un bronce en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Nanjing 2014 en dupla con Santiago Aulisi.

Y agrega: “Estamos contentos de poder seguir manteniendo el ritmo y tal vez sacarles ventaja a los rivales a los que les toca estar parados por cuestiones de la pandemia. Es difícil, pero a su vez estar acá tiene su lado bueno”.

Los cuatro son buenos amigos porque suelen compartir viajes y competencias. Y eso ayuda para que la convivencia sea muy buena. Además, acostumbrados a seguir rutinas bastante estructuradas de entrenamientos, se armaron una tabla para organizar a quién le toca realizar cada tarea.

Así, cada día hay dos que se encargan de cocinar -tratando siempre de seguir sus dietas, dentro de las limitaciones por el encierro- y los otros dos, de limpiar. Y después se van turnando para otros quehaceres.

Capogrosso le corta el pelo a Amieva durante la cuarentena del seleccionado de beach volley en Funes. Foto Instagram @bautiamieva

Entre entrenamientos -algo más flexibles en lo físico por las dimensiones más chicas del gimnasio- y tareas del hogar, pasan el tiempo con juegos de la Play o aprovechan las computadoras y los celulares para entretenerse.

“Es bastante importante meter la cabeza en jueguitos o en otras cosas para no pensar tanto, porque si no aparece la ansiedad y uno se empieza a angustiar. Hay días más angustiantes que otros, pero bueno, son cosas con las que hay lidiar y a las que estamos acostumbrados en las competencias. Así que estamos tratando de mantenernos fuertes y entendiendo la situación, esta vez no desde la perspectiva deportiva, sino de la social, familiar y más humana”, reflexiona Azaad.

Amieva, quien consiguió un bronce en la cita olímpica de la juventud de Buenos Aires 2018 junto a Mauro Zelayeta, reconoce: “La verdad, no la estamos pasando mal porque tenemos el gimnasio, la cancha y un montón más de cosas para entretenernos. Y así se hace mucho más llevadero. Es duro no estar en este momento con nuestras familias, pero es menos difícil porque estamos los cuatro en la misma casa y con un montón de cosas para hacer. No se sufre tanto, no hay tanta ansiedad. Podríamos estar en una situación peor”.

Capogrosso cierra con otra reflexión, a propósito también de la postergación de los Juegos Olímpicos para el próximo año. “Son días tristes, en los que no tenés un objetivo muy claro. Hace dos semanas, yo estaba pensando en ganar el torneo en Lima, en ir a otra etapa del circuito sudamericano, en sumar puntos para el circuito mundial y clasificarme a los Juegos Olímpicos. Y ahora estoy pensando en quedarme en mi casa, que se pase esto y mantenerme como pueda. Extraño a mi familia. Es complicado, pero no hay que pensar tanto en uno sino en todo lo que se está viviendo. Y esa es la prioridad”, comenta el santafesino.

Fuente: Clarín.