El cerritense se coronó campeón olímpico de la juventud y se llevó la gran ovación de la tarde en el Parque Roca. Sus marcas que le permitieron quedarse con la presea más importante de la disciplina fueron 21.10, 20.41, 21.22 y 21.25, imponiéndose por más de un metro en la cuenta general de sus perseguidores Jialiang Xing (China) y Carmelo Alessandro Musci (Italia), que completaron el podio. Se trata del segundo título argentino en el historial de la competición, tras el logrado por Braian Toledo en la edición inaugural con lanzamiento de jabalina (Singapur 2010). Orgullo entrerriano y nacional por el deportista que nació en la Escuela Municipal de Atletismo en su localidad.
La presión de llegar como gran candidato por ser el Nº 1 del mundo Sub 18 (con 17 años) no se notó: marcó la diferencia desde el primer lanzamiento (21.10m) y, aunque no se mostró del todo conforme con el segundo (20.41), afinó la puntería para ratificar que es el mejor del planeta en la especialidad. Pero su pasado estaba lejos de ser el de un lanzador de bala, aunque, eso sí, los lanzamientos eran lo suyo. “Un día uno de los entrenadores que tiene (Marcelo Borghello) lo vio jugando al básquet y le llamó la atención su físico. Entonces tomó la decisión de robárselo a los profes del club y lo llevó a lanzar. Ése fue el comienzo de la historia”, contó Julio César Piñero, parte del cuerpo técnico de Sasia.
Lejos de tratarse de una casualidad y de algo que le llamara la atención, Nazareno no tiró la bala afuera y se prendió al ser consultado por su pasado. “Siempre fui fanático del fútbol y el atletismo, de ahí lo de ser hincha de Riquelme. Una vez estaba entrenado en el club y vino el técnico para proponerme que me dedicara a los lanzamientos. Me pareció una buena idea, era tentadora y acepté. Después vino el trabajo duro para llegar a este punto”, relata Naza.
Claro, es que su tamaño no pasaba desapercibido aun en tiempos anteriores. Actualmente, Sasia mide 1m93 y acumula 115 kg que lo hacen un nene respetable, según cuenta su coach. “Lo tomamos como un pibe que quería lanzar. Hoy en día vemos los frutos, tanto desde lo físico como en lo técnico, pero él es consciente de que todavía nos queda mucho trabajo por delante. La medalla de oro es el premio a su decisión y al esfuerzo que hizo para estar acá”, agrega Piñero.
De aquel chico que se prendía en cualquier partido al que ayer la rompió en el Parque Olímpico hubo un gran crecimiento y, aunque su futuro todavía no está definido (el gran objetivo para definir los pasos a seguir eran los Juegos Olímpicos), él sabe quiénes deben llevarse el mérito. “Creo que nada de esto hubiera sido posible sin el apoyo de mí mamá y la abuela, sobre todas las cosas. Pero también tengo que agradecerle a todos los profes y los compañeros de la secundaria, porque ellos me bancaron durante todo el año para que me preparara para los Juegos. Sacrifiqué el viaje de egresados para lograr este objetivo y valió la pena. Fue un esfuerzo que me dio un oro”, cerró Naza.
Con la misma humildad y timidez que tuvo siempre, a Sasia no le cambiará sus planes el tener el oro. Aunque ayer la fiesta tuvo la frutilla del postre, ya que Riquelme vio el mensaje que le mandó y le envió un regalo que va a recordar: después del oro, su cuerpo técnico le dio una camiseta firmada y un mensaje que Román le envió en la previa, pero que lo guardaron para que el Gordo no perdiera su foco. Todo un campeón.