Un calor agobiante, con una térmica de 32 grados, marcó la larga marcha, que comenzó a las 17 del viernes en Hasenkamp, y concluyó pasadas las 18 del sábado, en Paraná. Ni entonces ni en el cierre estuvo el arzobispo Juan Alberto Puiggari. El dato de la cantidad de asistentes lo dio la propia organización, en base a cálculos de la Gendarmería. El calor en los tramos más próximos a Paraná, fue más duro que en el día de la partida. El viernes, la temperatura no bordeó los 30 grados, aunque en la llegada superó esa marca. Profundo pesar causó la muerte de un peregrino a la altura de La Picada.
Un calor agobiante, con una térmica de 32 grados, marcó la larga marcha, que comenzó a las 17 del viernes en Hasenkamp, y concluyó pasadas las 18 del sábado, en Paraná. Ni entonces ni en el cierre estuvo el arzobispo Juan Alberto Puiggari. El dato de la cantidad de asistentes lo dio la propia organización, en base a cálculos de la Gendarmería. El calor en los tramos más próximos a Paraná, fue más duro que en el día de la partida. El viernes, la temperatura no bordeó los 30 grados, aunque en la llegada superó esa marca. Profundo pesar causó la muerte de un peregrino a la altura de La Picada.
“El calor fue bastante duro, pero uno tiene un sentido para caminar así que tiene además la fuerza para seguir caminando. Aunque por ahí llega un momento en que te duelen los pies, y vos decís: ¨Virgencita, dame fuerzas para seguir caminando, porque es para vos lo que estamos haciendo¨. Así, podés seguir”, contó Victoria, una religiosa de la congregación Siervas de la Divina Providencia.
Victoria, anteojos cuadrados, el rostro sereno, el hábito blanco, casi sin mácula, estaba sentada en el césped de La Loma, junto a otras dos religiosas, y no parecía cargar encima con una noche sin dormir y varias horas en pie. Tiene experiencia, de todos modos.
Dice: “Hace tres años que hago la Peregrinación. En la primera, estaba buscando el sentido de la vida, y lo encontré en Jesús; María siempre nos conduce a Jesús; entonces, las que siguieron, son como una especie de renovación de esa relación íntima que uno tiene con Jesús”.
No todos andaban en busca de esos sentidos, tampoco enlazando sus vidas con una vocación religiosa. Otros tantos, varios miles sólo fueron a pedir, a agradecer, a dejar sus esperanzas resguardadas en un cántaro que a muchos se les ocurre milagroso. Y a rezarle a “la Mater”, Nuestra Señora de Schoenstatt.
Se confirmó que la persona fallecida es de Paraná
Miguel Ángel Núñez, un hombre de más de 50 años, oriundo del barrio La Milagrosa, de Paraná, halló la muerte ayer, alrededor de las 10,30, cerca de La Picada, mientras participaba del desarrollo de la 30ª edición de la Peregrinación de los Pueblos.
El hombre, que había partido el viernes junto al resto de los peregrinos, llevaba consigo la foto de un familiar, pero ninguna identificación, por lo que pasaron varias horas hasta que su familia pudo identificarlo, anoche, pasadas las 20.
Núñez fue asistido por los equipos médicos que tomaron parte de la Peregrinación, quienes lo trasladaron al Hospital San Martín, aunque llegó sin vida.
Había sufrido una descompensación, y un paro cardíaco, que al final resultó fatal.
Luces en la ruta
La partida desde Cerrito, la segunda parada de la Peregrinación de los Pueblos, adquiere un rasgo peculiar.
Todos los peregrinos salen a la ruta portando velas encendidas, y lo que se dibuja sobre la ruta es una larga línea de fuego que parte en dos la oscuridad de la noche.
La imagen, sobrecogedora, ocurre de madrugada.
Los peregrinos llegaron a Cerrito cerca de la 1 de la mañana de hoy, y a las 2 salieron con rumbo a El Palenque, el tramo más duro y a la vez más sobrecogedor.
Entre Cerrito y El Palenque se completan los primeros 43 kilómetros, la mitad del largo recorrido, de 90 kilómetros.
Antes de las primeras luces del alba, en El Palenque, los esperaba un grupo de voluntarios que les sirvieron el desayuno.
Dos, primero
La Peregrinación de los Pueblos –así nombrada por la cantidad de localidades que toca a su paso—nació con aspiraciones pero al comienzo sólo consiguió sumar a dos peregrinos. Amelio Rodríguez y Jorge Quiroz partieron la tarde del 16 de octubre de 1983 desde Hasenkamp con la idea de llegar a Paraná. Nadie les creyó; nadie los acompañó; sembraron sobre sus cabezas pronósticos aciagos.
“Pero no fue que se decidió de un día para el otro; no: fue algo meditado. Tardamos cuatro años y medio en arrancar la primera vez –dice Amelio Rodríguez–, y pensábamos que íbamos a ser varios. Pero al final fuimos nosotros dos. No nos acompañó nadie. En esa época las comunicaciones no existían, los caminos estaban malos y nosotros no sabíamos nada de lo que era salir a la ruta a caminar. Fue un misterio; algo nos empujaba a hacer esa peregrinación”.
Salieron, entonces, una mochila al hombre cada uno, y a caminar, pero no resultó sencillo. Un poco más de 15 kilómetros más adelante, una tormenta les cerró el paso. “Casi nos mata esa tormenta”, dice. Volvieron, entonces, a Hasenkamp. A la semana siguiente, otra vez. Era viernes. Cargaron mochilas, salieron. Nadie, tampoco esa vez, los acompañó.
“Las paradas que hicimos esa primera vez, son las mismas que hacemos ahora”, dice, aunque entonces todo fue más duro. Un comedor de La Picada no los aceptó como comensales, por la pinta que llevaban, entonces se sentaron bajo un árbol, y almorzaron lo poco que les quedaba de provisiones. Recién en Sauce Montrull consiguieron algo de comida, y continuaron el viaje. Cerca de las 20,30 del sábado, llegaron a La Loma.
Al segundo año fueron cinco los peregrinos; en el tercer año, doce; y los años que vinieron, fueron sumándose muchos más. Amelio Rodríguez y Jorge Quiroz, siempre entre tantos. “Pero no somos nada acá adentro; sólo instrumentos. No hicimos nada nosotros. No hemos hecho nada”, dice. Tenian 20 años ese primer año, 1983.
Ahora el sol cae en el horizonte, son más de las 7 de la tarde, y la Peregrinación de los Pueblos número 30 ha concluido. A esa hora, empezó la misa oficiada por el párroco de Hasenkamp, Alfonso Dittler. No estuvo, como tampoco en la partida de los peregrinos, el arzobispo Juan Alberto Puiggari, informó EL DIARIO.