El secretario de Medio Ambiente de la Provincia, Fernando Raffo, indicó que el debate sobre el uso del glifosato tiene “muchas campanas” y que es necesario encontrar “un punto medio” entre la versión que lo toma como inocuo y la que lo describe como mortal • Sin embargo, dijo que es “bueno” el decisorio de la Justicia que ordena demostrar que el agroquímico no afecta la salud. Consideró que el fallo de la Justicia provincial de Santa Fe, que dejó firme una sentencia que prohíbe la fumigación con glifosato cerca de la zona urbana de la ciudad de San Jorge “va a sentar precedente”
“Es un tema complejo y con muchas campanas. Hay que buscar el punto medio, no decir que los agroquímicos no hacen nada ni tampoco que si pasás a media cuadra de donde los aplicaron te vas a morir o a contraer una enfermedad como el cáncer”, dijo.
“Hay que buscar un punto de equilibrio entre el modelo productivo que está instalado y cómo se aplican los productos con responsabilidad”, agregó.
En su dictamen, la sala 2 de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Santa Fe dio otro paso inédito al ordenar que la Provincia y la Universidad Nacional del Litoral (UNL) demuestren, en un período de seis meses, que los agroquímicos no perjudican la salud.
“Es complicado, desde el punto de vista productivo, en cuanto a las implicancias que puede llegar a tener si se aplica en otro lado”, reflexionó Raffo.
“Hay que ver ahora desde el punto de vista productivo y legal, las limitaciones que tienen estos productos para poder ser aplicados, porque Senasa (Servicio nacional de sanidad animal) tiene que hacer una serie de estudios y controles bastante intensivos”.
Los tipos de análisis que se practican son dos, agudos y crónicos, y se realizan sobre insectos, peces y plantas acuáticas. En el primer caso, se aplica el producto observado para ver si el produce muerte, en el segundo, se va aplicando en pequeñas dosis para ver si se producen pequeños cambios. Estos últimos “son los más complicados de determinar”, señaló Raffo.
“Senasa cuando habilita un producto o una nueva fórmula, la hace pasar por una serie de controles. Habría que ver si esto se está cumpliendo y si se siguen los protocolos”, destacó.
Luego, dio un giro al asunto y aseveró: “Gran parte del problema está en la aplicación: cómo se minimizan (en ese momento) los factores de riesgo, cómo se capacita a la gente que aplica (el producto) y cómo se controla”.
Luego, se preguntó “si se saca el glifosato ¿qué producto alternativo se utiliza para la producción? Porque si no se puede usar el glifosato, no se puede sembrar soja, hay que plantar otra cosa”.
“El problema es el modelo, no el glifosato”, sentenció. El “modelo” es “el paquete tecnológico de hervicida, siembra directa y fertilizante”, redondeó.
“De todas formas, pedir que se demuestre que no es contaminante (como exige la sentencia) es bueno. Siente un precedente legal, que dice ‘demostrame que no es malo’, es como un derecho precautorio”, concluyó. (APF.Digital)