A los 90 años, el titular del holding que brinda empleo a más de 2.500 empleados en sus tres grandes compañías y a muchos otros en las tantas empresas de las que participa, funciona como una gran enciclopedia de negocios, irradia una vitalidad inconcebible y posee un humor distintivo. Acompañó el avance de la fábrica de cartuchos Active, donde invierte 40 millones, y aseguró que la inaugurará el 7 de octubre. Juan Celaya Letamendy, recibió al periodista Gustavo Sánchez Romero, durante su estadía en el hotel de la Estancia Los Laureles, donde relató sus vivencias y el espíritu emprendedor con el que planifica sus inversiones en distintas partes del mundo.

El hombre se incorporó del sillón de mimbre en un santiamén como un adolescente y caminó unos pasos hasta despegarse de la galería como para apreciar el majestuoso Paraná unos metros entrado el césped en el mágico balcón natural de Los Laureles, el sofisticado Lodge que el grupo Salentein levantó a la vera del río. Sujetó la boina negra como si el viento pudiera arrancarla, a pesar del sosiego del mediodía, y sin volver sus ojos preguntó con ironía: Oye, cuántos años tiene este holandés, Mid Jerdt Pon, el dueño de todo esto.


—Tiene 72 años, y viene de tanto en tanto— acudió con la respuesta el administrador del complejo.


Juan Celaya, sabiendo sin dudas que abriría un concierto de risas, dejó transcurrir unos segundos, sin elaborar la mínima mueca, con cierto desdén, y volviendo sobre sus pasos en busca del sillón y la sombra espetó con picardía: “Válgame chaval, un muchacho tan joven y que viaje tan poco a ver cómo marchan sus negocios. De no creer”.
Quizá para dimensionar este episodio sea necesario apreciar in situ su desenvoltura, en cuerpo y alma, y escuchar la ringlera de anécdotas y relatos de un hombre en cuya libreta de nacimiento figura el 29 de agosto de 1920, fechada en un minúsculo poblado del País Vasco y del que hace alarde todo el tiempo con cierta vanidad: Oñate.


La humorada de Juan Celaya se justifica ampliamente porque en estos 90 años de vida cruzó más de cien veces el Atlántico, y más aún, lo sigue haciendo con una vitalidad prodigiosa hacia México, Brasil, Chile, Ecuador, Colombia y la Argentina, donde posee inversiones y familiares.


Pero dicen que, en realidad, le gusta tomar el pulso personalmente a sus empresas en África, Asia y las muchas que posee en Europa.
Más de 2.500 empleos directos en sus empresas Cegasa Internacional –pilas de gran consumo, acumuladores y cargadores—; Tuboplast CTL —fabricante de tubos flexibles de plástico y laminados— y Zigor Corporación SA —una tecnológica global especializada en energía— y más todavía en las “muchísimas” otras. Cuánto es muchísimas, preguntó EL DIARIO, y “muchísimas son muchísimas”, hablando de las participaciones accionarias en empresas de varios rubros en el mundo.


Una de ellas ya se está desarrollando en Cerrito, a 50 kilómetros de Paraná, y desde el 7 de Octubre –día del cumpleaños del gobernador Urribarri— comenzará a fabricar sus cartuchos Active, para todo el mundo.


RELATOS. Celaya fue a la guerra, quizá en los tiempos de Mambrú, y aunque deja entender que tenía ideas republicanas, el franquismo lo empujó del pueblo que dice que ha nacido, vivido y morirá.


“Al cumplir los 18 y nada más la guerra, nos llamaban la Quinta del Biberón, recién el destete y ya la guerra. Esto fue en 38. Estuve 7 meses, y tú sabes, la guerra no es cuestión de voluntad. Éramos seis hermanos, y mi padre, cuando entraron los Topos de Franco tuvo que salir del país pensando que era dos días de viaje y ya volveré. Estuvo 6 años y medio en Chile. Era industrial, y yo heredé esa sangre”, rememora con precisiones que ganan la admiración de todos en una larguirucha sobremesa, de las que participan el intendente Orlando Lovera, el subsecretario de Relaciones Internacionales, Pablo Zárate, y José Ignacio Letamendy, sobrino nieto, parte del holding y creador de Masisa Internacional.


Recuerda los avatares de la guerra, la pobreza y de cómo sobrevivir con hectárea y media para cultivo. “Cuando os escucho hablar de minifundistas con 100 hectáreas me produce muchas risas. En España no sucede”, precisa Don Juan, o Juanito, como lo llaman los propios.


Verborrágico desestructurado va y viene en volteretas haciendo que las preguntas huelguen. Hay que seguirlo como a las gacelas que él mismo solía ir a cazar en sus años mozos al África para mantener el hilo de sus palabras.
Dice finalmente que su padre se dedicaba a la construcción de obra pública y viviendas, y que debió abandonar cuando se fue a Chile, desde donde lo impulsó a estudiar Ingeniería en una universidad del País Vasco. Un día volvió “El Padre” —así lo llama— y al poco tiempo murió de una infección en el estómago, involucrándolo en la empresa de la familia.


El espíritu emprendedor rondaba por su vida y todo lo cuenta Juanito con una gracia que da pena no escucharlo, sobre todo cuando hoy cualquier hijo de vecino va un quiosco y pide un par de pilas, y el acto a nadie sorprende.


PILAS Y PARAGUAS. “Hubo un señor de Oñate que puso una fábrica de fósforos, y cuando terminó la guerra fue nacionalizada junto a las de tabaco. Le indemnizan, pero él dice esto vale más y le gana un contencioso al Estado, y se queda con dinero pero sin fábrica, y dice, aquí llueve muchísimo y no hay producción de paraguas en toda España, y era la guerra del 14, y él era un individuo poco ilustrado pero muy capaz. Se va entonces a Alemania y trajo ocho familias especialistas en cada ramo, y empezó la fábrica de paraguas. Un tío nuestro le compró luego las máquinas de coser a este hombre y siguió con la empresa hasta el año 33, cuando pasa por Oñate un pariente de
El Padre que era chileno. Allí habla de un invento de un jesuita que almacenaba energía y que hacía mover las cosas. Un cuento bien elaborao, que este pariente sólo había visto de lejos, pero que alcanzó para convencer a El Padre. “Estuve tres meses en una fábrica de pilas”. ¿Y para qué sirve eso, chiquitín?
Es para linternas y las radios —que comenzaban por entonces— y sonaba bien, de porvenir, y a otros le encargaron el estudio y estamos hartos de los paraguas y se la vendieron a unos productores y montaron una fábrica de pilas en el 34, y en el 36 nos nacionalizan la empresa que se llamó Cegasa por sus tres socios: Celaya, Galdós y Samparaza. En el año 60 yo me hice cargo de eso y también de la construcción”, describe.


Antes de tomar el café no cae en la cuenta que ya lleva hablando más de una hora, y recién pregunta: ¿Terminamos?, “porque no es para mí eso de las entrevistas y andar dando discursos”. Miente a sabiendas. Seguirá hablando, al menos, una hora más.


CONCEPTOS. Juan Celaya encadena los eslabones y nunca habla de dinero o inversiones, al menos hasta que se lo interroga meridianamente. Dice que con el fin de la Segunda Guerra Mundial se aquietaron las aguas políticas, y en la última mitad del siglo salió por el mundo y “le fueron apareciendo las otras empresas, porque siempre hay una causa porque aparecen”.


Veamos esto, porque a nadie debería sorprender si lo lee algún día en el mejor libro de gestión empresaria del Harvard Bussines. “No sé si mi espíritu emprendedor o qué gaita, o es enfermedad o insustancialidad, porque muchas veces puede ser lo contrario a lo que usted piensa. El análisis de porqué nos metemos en cualquier agujero empresario. Y eso que dicen vulgarmente es verdad, ni Dios sabe porqué lo hacemos. A veces meter a las empresas es muy fácil, lo difícil es salir. Pues hombre, un emprendedor de cualquier tipo tiene que ser jugador, apostador, de medir mucho, pero sabiendo que no siempre se acierta por mucho que se mida. Aunque se profundice mucho y se trate de no incurrir en errores. Nunca creería en la libertad de empresa si no creyera en el riesgo, en el peligro. Por eso un auditor es auditor (consultor) y un empresario es otra cosa. Y le digo más, el emprendedor está justificado por el riesgo. Es esa adrenalina la que nos mantiene vivos”. Por si lo olvidó, quien lo dice es un hombre que se arremanga las camisas para soplar las velas de los de 90 años.


—¿Con tamaño espíritu debe inferirse que anda en la cabeza con futuros proyectos?— preguntó esta Hoja.
—Sí, por lo pronto pensamos en hacer cartuchos, aquí mismo, y que salgan bien. Mientras que vayan disparados para adelante, estaremos bien…



Una idea de 50 años


La historia de los cartuchos Active se remontan a los 60, y amparado en su amor por la caza de animales, cuando Juan Celaya descubrió que la matriz para fabricar las envolturas de plásticos de las pilas, luego de sustituir las planchas de acero, podrían utilizarse para fabricar las vainas de los cartuchos. Dice que después de años de I+D decidieron utilizar el sistema de producción de Turboplast —extrusión e inyección—. El nombre original fue Active, y decidieron que el mejor lugar sería EE.UU. para su fabricación, ya que allí residía el mayor mercado de la caza menor y mayor. “La montamos en Norteamérica y tuvimos que cerrar porque las marcas Remington y Federal Winchester estaban perdiendo dinero. Fuimos a EE.UU. porque creíamos que teníamos mercado, pero perdían todos, y nosotros también. Y para perder dinero es siempre mejor estar en casa”, ironiza el empresario.


Entonces vinieron a la Argentina y se instalaron en Rosario, en Fabricaciones Militares. Unos 15 años atrás comenzó a correr el rumor que deberían desalojar el predio, y allí apareció un amigo entrerriano que le habló de un lugar llamado Cerrito. “Estoy muy agradecido por el tratamiento que nos han dado, tanto aquí como de la Gobernación. Han hecho cuanto podían, más de lo que podíamos pensar que recibiríamos. Hemos tenido la suerte de tropezar con este ayuntamiento que nos ha encantao, y muy agradecidos esperamos recompensarles con una buena actuación, con puestos de trabajo y tratamiento de los puestos de trabajos. Nosotros podemos hacerlo”, finaliza diciendo este particular vasco.



Para destacar


Nombre: Cartuchos Active
Producto: Cartuchos de alta calidad con vaina de plástico.
Inversión: 40 millones de pesos
Empleos: 120 operarios
Inauguración: 7 de octubre de 2010
Mercado. 70 % de la producción será exportado con Aduana desde Cerrito.
Diversificación: En la Argentina el Holding Juan Celaya tiene participación en Exal (Excelencia en Aluminios), una empresa radicada en Pilar, Buenos Aires, especializada en packaging para cosméticos.


Gustavo Sánchez Romero-El Diario de Paraná