Un cabo de María Grande le disparó e hirió a la víctima. Se supo que el uniformado habría tenido con el hombre una discusión en una confitería hace tiempo, donde trabajaba en seguridad. Se inició el juicio a un policía de María Grande, acusado de gatillo fácil, que disparó contra un hombre en un confuso episodio. El hecho inquietó a María Grande la noche del 28 de marzo de 2006: gritos por una fuerte discusión, al menos dos estampidas de pistola, un policía de civil con su arma reglamentaria, un hombre herido de un disparo en el tobillo, una bicicleta tirada y una cuchilla envainada arrojada sobre la cuneta. Todo ocurrió en un corto lapso de tiempo en la oscura calle Urquiza de la localidad, alrededor de las 20.30. Alejandro Antonio Kuzmicz, el policía acusado, decidió abstenerse de declarar.
Pasaron por la audiencia tres testigos, incluido el jornalero Luis Martínez, la víctima del disparo. Se realizaron los alegatos de la defensa, representada por Marcos Rodríguez Allende, y el fiscal de Cámara Leandro Ríos, con cruces polémicos. La causa está caratulada como Lesiones graves dolosas; Ríos pidió un año de prisión condicional e inhabilitación por dos años para ejercer cargos públicos para el acusado; el defensor solicitó la absolución de culpa y cargo de Kuzmicz. El 3 de agosto, el juez Correccional Nº 2 Daniel Julián Antonio Malatesta dará a conocer la sentencia.
Además de quien recibió el disparo, hay dos testigos que presenciaron el momento posterior del hecho: los hermanos Solari, Héctor, médico veterinario, y Daniel, empleado de una distribuidora. Ambos se encontraban descargando un camión en la cuadra, cerca de donde se produjo la disputa. Escucharon gritos e insultos de una fuerte discusión, pero le restaron importancia. Hasta que escucharon varias detonaciones y corrieron a la calle para ver qué sucedía. Allí se encontraron con Martínez tirado en el piso, con la pierna sangrante, que insultaba y le reprochaba a Kuzmickz: “¡Me pegaste un tiro!”. A unos metros, el cabo, mostraba estar muy nervioso y llamaba por teléfono a la comisaría. Daniel Solari le reclamó: “¡Cómo vas a andar así a los tiros!”, a lo que contestó: “No voy a dejar que me metan una puñalada”.
A los 10 minutos llegó la Policía, y encontraron un cuchillo envainado a un costado de la calle y la bicicleta de Martínez. Luego la ambulancia socorrió al herido, y los uniformados acompañaron a su colega hasta su auto, lo tranquilizaron y lo retiraron del lugar.
Versión Martínez
La persona que recibió el disparo dijo que esa noche, momentos antes de llegar a su casa, iba en bicicleta y en dos oportunidades lo cruzó a Kuzmickz, quien le hizo señas amenazantes desde su Peugeot 404. Llegó a su casa, y volvió a salir para buscar un electricista. Se volvió a encontrar con el policía, quien lo amedrentó con su arma, y en la calle Urquiza se bajó: “Dejé la bicicleta porque íbamos a arreglar las cosas”, dijo Martínez. Dejó el cuchillo y se acercó. Kuzmicz, se bajó del auto con el arma en la mano, y le ordenaba: “¡Quedate ahí nomás!”. Martínez le preguntaba: “¿Qué te pasa?”. A dos o tres metros de distancia, el suboficial gatilló al menos dos veces su pistola Power 9 milímetros. Una munición dio en el piso y la otra en el tobillo de su contrincante. “Pensé que no iba a tirar”, dijo Martínez.
Ante la pregunta del fiscal “¿Estaba usted dispuesto a pelear con Kuzmicz?”, el testigo respondió: “No tendría problemas, pero así como se bajó, no sé”.
Versión Kuzmicz
El policía afirmó en su declaración en el Juzgado de Instrucción de María Grande que aquella noche salía de prestar sus servicios en la estación de la ruta 32.
Se alertó por la presencia sospechosa de un individuo que transitaba en su bicicleta por la calle Urquiza. Se bajó de su auto para identificarlo y palparlo, y vio que era Martínez. Este se le acercó de manera violenta con el arma blanca en la mano y le tiró varias puñaladas que el Kuzmicz logró esquivar. El cabo, con su arma intentó mantener el principio de autoridad. Al no lograrlo, disparó dos veces hacia el suelo y, ante la avanzada de su agresor, una de las balas alcanzó el tobillo de Martínez.
¿Racionalidad o gatillo fácil?
El tema es si la defensa de Kuzmicz con su arma reglamentaria fue medida o no. Ríos consideró que “hubo abuso intensivo de legítima defensa, abuso policial. Lo que los periodistas llaman, con una nomenclatura que a mí no me gusta, gatillo fácil“. Y alertó: “Si se absuelve a Kuzmicz, el Estado le está diciendo a cualquier policía que si una situación se complica dispare“.
A su turno, Rodríguez Allende manifestó que su defendido “no se excedió en su defensa. Repelió la agresión efectuando los disparos al piso (…) Estamos ante la racionalidad del medio empleado”, aseguró.
Las dudas
Malatesta tendrá mucho para analizar, ya que el hecho no quedó del todo esclarecido.
No se sabe si Martínez agredió a Kuzmicz con su cuchillo o si pretendió “arreglar las cosas” con las manos. Tampoco quedó claro cuál fue la actitud sospechosa del ciclista por la que el cabo buscó identificarlo.
Aunque una frase de Martínez, en la que recordó un episodio de unos meses atrás, dejó abierta la posibilidad de sospechar de una pelea por viejos rencores: “Una vez cruzamos unas palabras en el boliche, cuando él -Kuzmicz- era seguridad. Pero nunca fuimos a las manos”, afirmó.
Diferencia de enfoques
Al momento de los alegatos, el defensor Marcos Rodríguez Allende cuestionó lo expuesto por su colega anteriormente: “El fiscal hizo un análisis contradictorio, porque toma algunos argumentos y deshecha otros”, y propuso “un razonamiento más lógico, analizar las dos únicas hipótesis”. Es decir, la de cada uno de los contrincantes en la pelea.
Al final, Leandro Ríos replicó: “Las mentiras siempre son parciales”, y se permitió una poética metáfora: “Cuando una mujer nos dice que nos ama, no nos está diciendo toda la verdad”. (diario Uno)