Opinión: por Gustavo Zavallo. La agricultura, la ganadería y las economías regionales experimentaron un fuerte crecimiento a partir de 2002, debido a un tipo de cambio favorable, al aumento de los precios internacionales, a las buenas condiciones climáticas y a una fuerte incorporación de tecnología por parte de los productores. La agricultura, la ganadería y las economías regionales experimentaron un fuerte crecimiento a partir de 2002, debido a un tipo de cambio favorable, al aumento de los precios internacionales, a las buenas condiciones climáticas y a una fuerte incorporación de tecnología por parte de los productores.
Hoy, la situación de crisis del sector debemos buscarla en tres vertientes que se expresaron durante el año 2008: por un lado, la crisis financiera internacional, que provocó una fuerte caída de los precios de los agroalimentos. Por otro, las políticas regulatorias de la carne, la leche, el trigo y el maíz, herramientas válidas y necesarias, pero, que al no ser correctamente instrumentadas y concertadas con los actores de cada cadena productiva, llevaron a una pérdida de rentabilidad en varias de estas actividades, afectando la situación económica de los pequeños y medianos productores. El último componente importante es un fenómeno natural extraordinario: la sequía.
El gran desafío de la dirigencia política, los gobiernos provinciales y de los actores de los distintos eslabones de la cadenas productivas, es sentarse en una mesa de diálogo, donde se homogeinice un diagnóstico objetivo de cada sector, que incluya costos de producción, valor de los productos, margen de ganancia de cada uno de los eslabones y en base a esto se pueda acordar una propuesta de crecimiento sustentable en lo económico, social y ambiental, en el mediano y largo plazo. Esto debería permitir aumentar la producción para abastecer el mercado interno y la exportación, donde, a pesar del escenario internacional adverso, Argentina sigue siendo uno de los países más competitivos en ese rubro.
Se requiere de un acto histórico, en el que las diferencias ideológicas de los gobernantes, de la oposición y de los representantes de los sectores productivos no limiten la toma de decisiones. Todos debemos entender que, en esta joven democracia, con el diálogo nadie pierde y que un escenario negativo perjudica más al conjunto de los productores que a la dirigencia y posterga así el desarrollo de los pueblos del interior de nuestro país.
*Diputado nacional por el Frente para la Victoria – PJ. (Viale – Entre Ríos)
Publicado por el Diario Perfil