El 4 de marzo un aguacero descomunal provocó inundaciones en buena parte de Entre Ríos, y la destrucción de puentes y caminos, daños que todavía no han sido reparados por completo. Las previsiones de Vialidad indican que al menos estará unos tres meses inoperable, aunque ese plazo podría extenderse más; la reparación costaría unos 27 mil pesos para reemplazar las maderas. Ese armazón de madera está volcado sobre un playón, la panza abajo, la trompa al sol, con las entrañas resecas de tanto mirar de lado el agua mansa del Arroyo Las Conchas, que salpica sus estribos. Jorge Rodríguez, administrador de la Dirección Provincial de Vialidad, no se atreve a dar plazos para la reparación de la balsa, aunque afirma que se está trabajando en su puesta a punto desde el mismo momento que se la rescató, maltrecha, de las aguas del arroyo Las Conchas.

Los cables de acero que le daban movilidad, un movimiento de ida y vuelta, a través de un mecanismo simplón, están tirados sobre un costado de la barranca, hechos trizas. Más allá, la balsa, inoperable, descansa imperturbable.


Las lluvias torrenciales de principios de marzo —en la zona, cayeron más de 200 milímetros de agua, desbordaron riachos y arroyos, destrozaron caminos, estropearon carreteras de ripio o tierra— zarandearon la estructura de la balsa, hamacándola el arroyo Las Conchas a su antojo.
El agua desbocada, la balsa prendida de los tensores, a modo de dique, batallaron hasta que el arroyo pudo más: se llevó por encima la estructura de madera y acero, y la dejó boca arriba, semihundida, casi a la deriva.
Hubo que traer máquinas y remolques para sacarla de esa encalladura forzosa, y ponerla a flote. Fue un día de sol, de otoño, de marzo, y ahí quedó, a resguardo, a la espera, y todavía espera la balsa, que está sola y espera.


LARGA ESPERA. Carlos Cardenia, Caloncho, el histórico operador de la balsa que une, a los largo de 70 metros de agua del arroyo Las Conchas, que por años hizo girar la manivela que activaba el mecanismo tosco, rudimentario, de la balsa, dice que no sabe cuándo volverá a operar, que hay promesas, anuncios, plazos, pero que todo está como era entonces.
Hoy, dice Cardenia, y el hoy de Cardenia es este miércoles de otoño, de sol generoso y altivo, azul como pocos, dice que hoy le dijeron que la madera para reparar ya está lista, cortadita la madera, lustrada la madera, para reparar la balsa, pero la madera lista, lustrada, cortada, está en la zonal La Paz de la Dirección Provincial de Vialidad (DPV), y desde allá debe viajar hasta Villa Urquiza.


Un trámite que no se sabe a ciencia cierta cuándo ocurrirá.
El hombre, un viejo sabio, práctico, repite lo que le dicen otros, y sabe tomar prudente distancia.
Dice: «Me dijeron que la madera ya está lista en La Paz, que es donde tienen la carpintería. Que cuando esté todo listo, dicen, la traen para acá. Eso ya me lo han dicho otras veces. Las promesas son lindas, pero hace dos meses que estamos así».
Así es así: los hijos de Cardenia, que habían heredado el oficio paterno, se quedaron sin empleo, y sin empleo significa sin ingreso, y sin ingreso obliga a buscar sustento de alguna forma. «Changueando para poder mantenerse, porque aquí no tenemos ningún subsidio. Me llama mucho la gente, y me pregunta cuándo habilitan de nuevo la balsa, y yo les digo que no sé cuándo va a estar lista», dice.


Todos dicen que la balsa va a volver, pero la gran pregunta es cuándo.
—Eso lo decide Vialidad —dirá después.
Tampoco el camino de acceso a la balsa, yendo desde Paraná, está en condiciones. Es un tramo de varios metros, que muere en el arroyo Las Conchas, parte de los 10 kilómetros que separan ese punto de la geografía entrerriana del recodo del Acceso Norte, donde nace el camino de tierra alternativo para llegar a Villa Urquiza. Unos 1.500 metros intransitables.


SIN PLAZOS. Jorge Rodríguez, administrador de la Dirección Provincial de Vialidad, no se atreve a dar plazos para la reparación de la balsa, aunque afirma que se está trabajando en su puesta a punto desde el mismo momento que se la rescató, maltrecha, de las aguas del arroyo Las Conchas.
«La estamos reparando. Lo que sucedió es que nos ha llevado bastante trabajo conseguir la madera, que además ha sido un costo alto. Se pagaron 27 mil pesos por la madera que se va a usar en reparar la balsa. Apenas esté terminada, y tengamos hecho la reparación, y se pueda comprobar la flotabilidad, la habilitamos para funcionar», dijo el funcionario.


—Se había dicho que iba a estar lista al poco tiempo de que fuera dañada por la tormenta de principios de marzo. Pero después los plazos se alargaron. ¿Tiene prioridad para Vialidad, o hay otras obras a las que se les da importancia?


—Para nosotros es la continuidad de un camino. Es tan importante como cualquier otra obra. Pero no me atrevo a dar plazos de finalización de la reparación. Calculamos que un mes más, y ya la podremos estar probando. No quiero aventurar mucho más. En ese tiempo, estaríamos ya en condiciones de llevarla, luego hay que probarla en el lugar, y ahí es cuando se puede comprobar si surge algún inconveniente. Por eso no nos atrevemos a dar plazos. Pero no hemos parado de trabajar. Un tiempo importante nos llevó la licitación para comprar la madera con la cual repararla.


El dato


70 METROS
Es la distancia que recorre la balsa, uniendo ambos márgenes del arroyo Las Conchas. Tomar ese atajo para ir desde Paraná a Villa Urquiza acorta la distancia en kilómetros a la mitad, unos 20 kilómetros menos. Fuente El Diario


Foto: Luis Ceparo