Miles de fieles protagonizaron la 25° edición de la peregrinación que une Hasenkamp con Paraná y en la tardecita de ayer escucharon el sermón de monseñor Maulión en el santuario de La Loma. Fue casi la mitad de asistentes que en años anteriores, luego de dos años, 2004 y 2006, en que la lluvia obligó a la suspensión. En su mensaje, el arzobispo Maulión los instó a aplicar “el delicado y maravilloso oficio de promover y cuidar la vida”.
Aunque los desajustes climáticos hicieron zozobrar a los organizadores, al fin la edición número 25 de la Peregrinación de los Pueblos pudo alcanzar ayer, cerca de las 19, después de más de 26 horas de marcha a pie, el destino final, el Santuario de La Loma, en Paraná, tras recorrer los 90 kilómetros que separan esta ciudad de la localidad de Hasenkamp, desde donde había salido el viernes, puntualmente a las 17.
La convocatoria religiosa de mayor envergadura en Entre Ríos no pudo sin embargo superar el número de fieles presentes en años anteriores —en 2005 alcanzó las 25 mil personas—, pero de igual modo el sacerdote Gustavo Mendoza, asesor diocesano de la Peregrinación Hasenkamp-Paraná, se mostró satisfecho. “El balance es positivo. El hecho de que se haya podido realizar entera tiene un gusto especial. Pudimos llegar”, dijo.
Bajo el lema De tu mano, Madre, hasta la puesta del sol, la peregrinación había arrancado bajo un cielo prometedor, y mucho calor, para festejar el cuarto de siglo de existencia de esta peculiar convocatoria que iniciaron dos jóvenes hasenkampenses en 1983. Aunque concientes de que los vaivenes climáticos suelen poner en aprietos a los peregrinos, los organizadores dispusieron este año de un equipo que siguió en forma continuada los partes meteorológicos.
Ayer, un anochecer fresco aunque con nubes amenazantes los recibió en el Santuario de La Loma, donde el arzobispo de Paraná, Mario Maulión, ofició la misa de clausura. Quedaron pocos al oficio religioso: buena parte de los 10 mil que participaron de la caminata habían comenzado mucho antes el lento regreso a casa, visiblemente exhaustos.
Aunque los peregrinos pudieron superar sin traspié el trayecto más crítico, el que va de Cerrito a El Palenque —allí los sorprendió en 2004 una tormenta iracunda que provocó un desbande generalizado, y también en cercanías a Cerrito una lluvia fortísima obligó en 2006 a suspender la marcha por segunda vez—, al llegar a Sauce Montrull, próximos a Paraná, los encontró una precipitación que hizo temer una nueva frustración.
“La lluvia nos asustó un poquito, pero estábamos en contacto directo con un servicio meteorológico propio –contó el padre Mendoza—. Eso nos llevó a analizar la posibilidad de suspenderla, porque cayó un chaparrón fuerte, con mucho viento, cerca de las 11. Eso ocurrió cerca de Sauce Montrull, cuando iba llegando la peregrinación. De todos modos, ya habíamos pasado la parte más crítica del camino, sobre todo por el cansancio, que es entre Cerrito y El Palenque”.
No obstante la satisfacción de los organizadores, muchos admitieron la fuerte merma de participantes que hubo este año. Y las lecturas para esa situación fueron varias: algunos lo atribuyeron a los tropiezos con las lluvias de 2004 y 2006, y otros, a una “decantación necesaria”, por cuanto ahora toman parte los que “realmente lo hacen por fe, y no por una cuestión maratónica, a ver quién aguanta y quién llega”.
MENSAJE.
Al recibirlos en el Santuario de La Loma, el arzobispo Maulión les recordó a los peregrinos que “nuestra vida es un peregrinar, hasta que acabe, con la puesta del sol”, y recordó la misión que tuvo Moisés, que sacó al pueblo del acecho de “enemigos, con el riesgo seguro, o por lo menos inminente de ser destruido”. Y resaltó que “nuestro camino tiene siempre un horizonte de vida, de crecimiento, de desarrollo. Tiene siempre una búsqueda de felicidad, de plenitud”.
“Vivimos y queremos vivir bien, en plenitud, felices, pero las dificultades están, y pueden ser duras, y hasta crueles, y hasta agobiantes por momentos. Por eso, es preciso siempre el esfuerzo, la dedicación, que podemos comparar con la lucha. Nuestra vida es lucha, nuestra vida es esfuerzo, ese trabajo, ese esfuerzo, esa dedicación, esa lucha, debe estar acompañada en la confianza en el poder y el amor de Dios”, observó.
Más adelante, instó a los católicos a llevar el mensaje de la Iglesia. “La palabra no puede ser callada. Tenemos que anunciarla, oportunamente e inoportunamente, incansablemente, es una palabra que recibimos la mayoría de nosotros desde muy niños. La palabra recibida y salvadora, requiere de nosotros que la comuniquemos. La palabra no se impone, se propone, con respeto, con valentía, con afecto”, dijo.
Y esa palabra, añadió, impone la necesidad de “defender la vida”, y lo planteó en estos términos: “Con la alegría y el delicado y maravilloso oficio de promover y cuidar la vida. En el desafiante y exigente servicio de ser ciudadanos creyentes, concientes de tener que construir una sociedad fraterna, una sociedad justa, una sociedad reconciliada y reconciliadora, pacificada y pacificadora, una sociedad en la que por nuestro trabajo y nuestro esfuerzo se promueva, en especial, la situación de los que menos tienen, menos pueden, o menos saben”.
Para destacar
La organización de la edición número 25 de la Peregrinación de los Pueblos demandó, una vez más, un gran despliegue organizativo. A saber:
* 200 servidores.
* 8 móviles de sonido.
* 1 móvil central desde donde se hizo la animación de la peregrinación y se retransmitió por FM.
* 2 cantinas peregrinas.
* 4 móviles que abastecían de agua a los peregrinos en todo el trayecto.
* 1 equipo de limpieza que se encargó de dejar en condiciones el lugar en donde descansaron los peregrinos.
* 1 equipo de animación por cada tramo.
* 1 equipo de estacionamiento que prepara cada parada para los móviles de apoyo.
* Más de 10 ambulancias con médicos y enfermeros.