El último incremento de las retenciones aumenta los riesgos para producir en zonas marginales y baja los márgenes en campos arrendados; temen que retrocedan las inversiones del sector en equipamiento. Aumenta el riesgo, achica el margen bruto por cultivos, en especial sobre campos arrendados hoy el 50% de la producción en la Argentina se hace en tierras de terceros e incrementa de manera significativa la participación de lo que el Estado ya se llevaba de lo producido por el campo.

Ese es, en pocas palabras, según coincidieron productores y analistas consultados por LA NACION, el efecto más contundente de la suba de las retenciones a las exportaciones de granos y subproductos anunciadas por el Gobierno esta semana, con porcentajes que variaron entre el 5 y el 10 por ciento. Con derechos del 35% para el grano de soja, 28 por ciento para el trigo, 25% el maíz y 32% la semilla de girasol, entre otros productos, según diversas estimaciones privadas el Estado se estará llevando al menos US$ 1500 millones adicionales que irán a parar a su caja recaudatoria.


Pero al margen de lo que el Gobierno ganará con el alza de los derechos, potenciada además por los mejores precios, los productores ya se empiezan a plantear unas cuantas preguntas: ¿cómo quedará el negocio con gran parte de la campaña ya sembrada?, ¿qué cultivos y zonas resultarán más perjudicadas?, ¿qué ocurrirá con los márgenes en campos de terceros?, ¿cómo hay que hacer los números de ahora en más?, son sólo algunas de las cuestiones que parecen más urgentes.


Sin duda, para responder a esas preguntas, los ejercicios sobre proyecciones de márgenes se cotizan en alza por estas horas. Y, si bien el mercado no tuvo un cimbronazo más fuerte del previsto, porque en parte venía descontando el aumento de las retenciones, hoy el escenario ya no es igual. Veamos.


Según un trabajo de Sebastián Gavaldá, integrante del área de tecnología comercial de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea), las cosas ya no serán las mismas para producir en campos alquilados. “Caen los márgenes esperados”, sentenció el técnico.


Gavaldá hizo un ejercicio con dos modelos de producción: uno para el norte de Buenos Aires pagando un arrendamiento de 360 dólares por hectárea, y otro para la provincia de Tucumán -para comparar con la zona núcleo-, con un alquiler de 160 dólares por hectárea. El informe toma en cuenta los precios actuales contra los que tendrían que ser de no haberse incrementado los derechos a las exportaciones.


De acuerdo al trabajo, bajo el anterior esquema de retenciones, para el maíz en el norte de Buenos Aires -con un rinde promedio de 85 quintales y el arrendamiento ya considerado- se podía esperar un margen bruto de 104 dólares por hectárea. Ahora, a partir de los nuevos derechos -el cereal pasó del 20 al 25%- el margen da 42 dólares por hectárea. “Esto representa una pérdida de 60% de margen; el más perjudicado es el maíz”, analizó.


Pero hay más: la soja también sufre un golpe fuerte en campos alquilados. “En este caso, el aumento de las retenciones -el poroto subió de 27,5 al 35%- se lleva casi la mitad del margen esperado”, afirmó el técnico. En rigor, según sus números, si antes con una soja de primera de 3500 kilos era posible proyectar un margen de 270 dólares por hectárea, con el nuevo esquema de retenciones ese cálculo ahora es de 132 dólares. El trigo también resulta perjudicado sobre campos arrendados.


En el mismo modelo del norte de Buenos Aires, el margen esperado se contrae un 28 por ciento. Así, con un rinde de 4000 kilos, si antes el cálculo era un margen de 327 dólares por hectárea, con el nuevo escenario hay que esperar 235 dólares.


Oriundo de Nueve de Julio, Gavaldá se animó a un estudio todavía más amplio: ver cómo impacta en los pueblos del interior la última medida del Gobierno. Según el técnico, en esa ciudad bonaerense de unos 40.000 habitantes “el impacto del aumento de las retenciones es de 16 millones de dólares adicionales, más que todo el presupuesto del año de la municipalidad, de 31 millones de pesos”. Medidos por habitante (sobre una población de 40.000), de esa localidad se estarán yendo 400 dólares.


Cambios en el Norte


Si para el norte de Buenos Aires, en plena zona núcleo, los números en campos alquilados arrojan perspectivas de menores márgenes, lo mismo sucede para el NOA, pero con el agravante de que los riesgos para producir son mayores en esa región. Por eso también los modelos de esa zona suelen tener un mayor margen esperado al principio.


Para esa región, Gavaldá tomó la provincia de Tucumán y arrendamientos de 160 dólares por hectárea. Allí, con una soja de 2400 kilos, con el nuevo esquema de retenciones “se pierde el 24% del margen esperado”. Dicho de otra manera, ya no hay que proyectar 176 dólares por hectárea y sí, en cambio, US$ 133.


Aunque el número no parece diferir mucho de otras zonas, Gavaldá hace una aclaración: “Generalmente, los modelos del NOA están con un mayor margen esperado que otras zonas porque se proyecta más riesgo”. Con esta aclaración al margen, los números tampoco le sonríen al maíz en esa zona cuando se hace en tierras de terceros. Allí, para un rinde promedio de 5500 kilos, el margen por calcular se reduce de 210 dólares a 151 dólares. “Un 28 por ciento”, precisó Gavaldá.


Martín Fraguío, director ejecutivo de Maizar (Asociación Maíz y Sorgo Argentinos), cree que la suba de las retenciones pone en el freezer a las perspectivas tanto del maíz como el sorgo de llegar en 2015 con una producción conjunta de 90 millones de toneladas. “Antes de las retenciones, el cálculo era ese (nivel de producción), pero ahora empezamos a tener miedo otra vez”, remarcó.


Pero, en tren de proyectar el impacto del nuevo esquema de retenciones, todavía se pueden observar más cálculos. En este sentido, Gustavo López, consultor de Agritrend, trazó una comparación entre el antes y el después de los nuevos derechos que permite observar cómo cambia la situación en los planteos de rendimientos promedios y altos. El ejercicio no distingue entre campo propio ni alquilado.


Para graficar con rendimientos altos, con los valores a cosecha al día siguiente de la suba de las retenciones, en maíz (dos dólares menos de precio) con 12.000 kilos por el nuevo gravamen se dejan de ganar 24 dólares por hectárea. En una soja de 4200 kilos, en tanto, se dejan de obtener 50,4 dólares por hectárea (teniendo en cuenta una diferencia de -12 dólares de precio después del anuncio de los derechos).


En el caso del girasol también hay un impacto: si se considera un rinde alto de 2350 kilos por hectárea, aquí, con una diferencia de precio negativa de 21 dólares, se dejan de ganar 49,4 dólares por hectárea. Por su parte, en trigo (con un rinde alto de 4800 kilos), que tras la suba de los derechos tuvo mejores precios, por el contrario el balance no pasa a ser negativo.


Igual, por estas horas, los productores también hacen sus números. Por ejemplo, Alberto Marchionni, de la zona de Hughes y titular del semillero 3-EL Semillas, tiene los suyos, con el esquema de las nuevas retenciones más impuestos como Ganancias y mayores costos. “Nuestro socio (por el Estado) se está llevando entre el 63 y el 70% de las utilidades de nuestra empresa, según el tipo de grano -62,79% en maíz; 66,60% en soja de primera; 70,36% en trigo y 67,15% en soja de segunda- y para el caso de campos propios”, dijo.


“Esto es mucho más grave si el análisis se hace sobre campos arrendados, donde la participación del Estado en las ganancias de la empresa agropecuaria es de entre el 80 y el 89% -83,23% en maíz; 88,59% en soja de primera y 79,5% en soja de segunda, por ejemplo. Es un socio que participa de los ingresos pero no de los costos ni de los riesgos”, concluyó el productor.


Temen una caída en las inversiones


El aumento de la alícuota a los derechos de exportación de granos levantó una ola de opiniones contrarias a la medida oficial, y el temor de que una quita en la rentabilidad del productor afecte las inversiones.


Martín Vismara Vassalli, vicepresidente de Vassalli Fabril SA, firma fabricante de maquinaria agrícola, dijo que el aumento a las retenciones afecta directamente a este sector industrial. “Si baja la rentabilidad, el productor que tenía proyectada inversiones para los próximos años, las va a repensar mucho”, señaló el empresario.


Por su parte, la directora del grupo agroindustrial Los Grobo, Andrea Grobocopatel, dijo a la agencia DyN que el incremento en las retenciones a las exportaciones del campo “perjudicará a los pequeños productores”.


Por su parte, el presidente de la Cámara Argentina de Consignatarios de Ganado, Luis María Rodríguez Abínzano, calificó la medida como “previsible”. Agregó que “ya se sabía que para el año próximo iba a haber déficit fiscal. Si no achicaban el gasto público, cosa que parecía muy rara, iban a tener que aumentar la recaudación y la manera más fácil y rápida de hacerlo era aumentando las retenciones”.


Desde el arco político, la Colación Cívica, liderada por Elisa Carrió, segunda en las elecciones presidenciales del 28 del mes pasado, expresó: “Una vez más el Gobierno le mete la mano en el bolsillo a los productores para financiar su desbordado gasto”. 


En tanto, César Gagliardo, presidente de la corredora de granos Artegran, opinó que “estas medidas agregan más incertidumbre”. Y preguntó: “Si por algún motivo el precio de los granos en el mundo baja ¿las retenciones volverán adonde estaban? Creo que conocemos la respuesta”.


Para el asesor impositivo Santiago Sáenz Valiente “justificar las retenciones sobre la base de proteger los precios internos de ciertos productos no sé hasta qué punto es justo y razonable”. Y agregó que el mayor problema es que “no se considera la capacidad contributiva de cada productor, que varía según la situación de cada uno”.


Por último, los productores del sur bonaerense Esteban Luciano Louge y Alejandro Delatur, consideraron la medida como inconsulta, contraria al sector y con un efecto negativo para las inversiones del sector, tanto en maquinaria como en mejoras para el campo.


Fuente: Fernando Bertello – La Nación